Salir de vacaciones e ir a la playa, rentar una cabaña, conocer un pueblo mágico o simplemente salir de la ciudad para ir a visitar a nuestros seres queridos, es algo que a muchas mujeres nos fascina, pero conozco a tantas que como yo tuvimos que dejar en pausa nuestro lado aventurero a causa de nuestros bebés.
Y aunque según un estudio realizado por una reconocida página de reservaciones de viajes, al entrevistar a 17,000 personas de distintos países, en su mayoría coincidieron que la felicidad de planear y realizar un viaje da más satisfacción que nada, incluyendo el casarse y tener una familia, peroooo, sabemos que esto no aplica cuando estás cansada, no has dormido durante varios días y/o tu bebé consume todo tu tiempo dejando que no tengas la oportunidad de aprovechar esos tours y recorridos de ese viaje de ensueño.
Los planes turísticos de salir a conocer y divertirte al otro lado del mundo difícilmente se pueden realizar por algunas de estas razones:
La capacidad de regulación de la temperatura en los bebés no está bien desarrollada, por lo que son más sensibles a los cambios climáticos, entonces el exponer a tu recién nacido a ambientes muy fríos o muy calurosos puede resultar desastroso para ellos y para nosotras al tener un bebé irritado que no para de llorar a causa de ese calor sofocante en la playa.
Otra razón muy importante es la salud de tu pequeño, como sabemos su sistema inmunitario se forja los primeros años de vida, así que un bebé muy pequeño puede contraer enfermedades fácilmente ya que sus defensas no están del todo desarrolladas.
Hay niños que requieren de un ambiente relajado para dormir de noche y tomar siestas de día, así que si tus planes en esas deseadas vacaciones interfieren en sus horas de sueño, créeme, ni tú ni tu bebé van a disfrutar y/o descansar ya que estos pequeños no son capaces de consolidar su sueño con presencia de luz, ruidos o mucho movimiento.
A mí se me ocurrió viajar a la playa con mi bebé de tres meses para relajarnos, divertirnos y llevarlo a conocer el mar, lo que sucedió fue que mi hijo no podía estar fuera de la habitación más de una hora porque el calor lo desesperaba y la arena del mar le irritaba su piel, así que mi viaje consistió solo en pedir comida a la habitación y salir a la alberca por periodos cortos y regresar al cuarto del hotel. Román no disfrutó ni yo tampoco. A los 14 meses de mi hijo visitamos nuevamente a la playa y la respuesta de él fue totalmente diferente, ya que disfrutó de la alberca, del mar, de la arena y hasta de los juegos en el área infantil del hotel.
La recomendación que te doy es que dejes esos viajes que requieren de mucha acción, diversión y entretenimiento para una edad en la que tu bebé disfrute y te deje disfrutar, en aquellos viajes que quieres aprovechar momentos a solas, de relajación y de desestrés, busca un acompañante que te ayude a cuidar a tu bebé para que tengas tiempo de hacer las actividades que te plazcan en esas vacaciones.
Antes de planear y realizar un viaje consúltalo con tu pediatra, ya que una indicación médica muy importante es evitar el contacto con muchas personas y con superficies sucias o muy contaminadas hasta que el esquema de vacunas de nuestros bebés esté completo y su sistema de defensa pueda combatir todos esos virus y bacterias que rondan por todas partes.
Recuerda que todos los bebés son diferentes, hay quienes se adaptan perfectamente a cualquier lugar y situación, y otros bebés que definitivamente no.